La capacidad de una empresa para mejorar competitivamente reside en la capacidad de sus directivos en conseguir que toda la empresa sea un equipo de personas con objetivos comunes enfocados al cliente, una alta motivación y que trabajen juntos en el desarrollo de herramientas que permitan a la organización reducir sus costes y plazos de entrega, incrementando calidad, flexibilidad y satisfacción del cliente.